sábado, 10 de mayo de 2014

Puedes conseguir cualquier cosa, o morir en el intento.

IV

Hola hermano.-Oliver se sentó frente a mí en la silla de madera del bar y se inclinó sobre la mesa para robarme un trozo de bocadillo.-Y digo lo de hermano porque parece que has entrado en razón.

Enarqué las cejas mientras daba un trago al zumo de naranja que presidía mi desayuno.

-La bandana.-Señaló mi muñeca derecha mientras masticaba.

-Hay que ser cauto.-Me encogí de hombros.-Pero sigo pensando igual, hoy hablaré con Fede.

-Volverás sangrando y lo sabes.

-No tengo nada que perder, pero sí mucho que ganar.-Suspiré.-Además tiene que aclararme algo relacionado con Ari.

-¿Cómo te has enterado?-Preguntó, curioso, mientras jugueteaba con sus gafas de sol, posiblemente robadas.

-No preguntes, ¿tú lo sabías?

-Hay mucho secretismo, pero al parecer Ariadna ha decidido subir de rango.

-¿Qué estás diciendo?-Noté como la sangre bombeaba más deprisa, casi tan furiosa como yo.

-Lo que oyes, al parecer lo ha conseguido por eso anoche no vino, tenía trabajo.

-No sabe lo que está haciendo.-Negué con la cabeza repetidamente.-¿Qué le mandaron hacer?

-Algún trapicheo supongo, querrán saber si está dispuesta a ello.

-Eso es peligroso Oliver, no debería ir jugando con estas cosas.

-Díselo a ella.-Mi amigo suspiró.-Lo hace por ti.

-¿Por mí?

-Cree que al subir de rango la valorarás más y dejarás a tu amante.-Oliver esbozó algo similar a una sonrisa.

-Está obsesionada con lo de la amante.

-La verdad es más dura que la historia que ella se ha montado.

-¿A qué te refieres?-Pregunté.

-Si te vas la dejarás aquí para siempre, hundida en este charco de barro.-Mi amigo me miró.-Y lo sabes, no puedes llevarnos a todos contigo.

-Entonces ¿realmente crees que puedo conseguir marcharme?

-Creo que puedes conseguir cualquier cosa, o al menos morir en el intento.

 
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La calle de la luz era la más conocida de todo el vecindario, especialmente desde que Fede y los altos rangos de la banda la utilizaban como lugar principal, como cobijo. Era un lugar donde podías saber de buena mano que siempre habría alguien.

Me apoyé contra la pared que quedaba fuera de aquel lugar de encuentro entre los pandilleros, dubitativo. No tenía ninguna duda de lo que quería hacer, pero era consciente de que Oliver tenía razón, era consciente de que Fede me mataría.

Miré a ambos lados de la calle antes de sacar un cigarro y, con dedos temblorosos, buscar el mechero en el bolsillo de mi pantalón vaquero. No pude respirar tranquilo hasta que lo encontré y encendí aquel cilindro que sostenía entre mis dedos. Una vez expulsé el aire, pude pensar con claridad. Oliver tenía razón, Fede y su equipo no tendrían piedad, y yo sabía que muy pocos habían conseguido marcharse. Tan pocos que podía contarlos con los dedos de una mano y aún así me sobrarían. Sólo cuatro se habían enfrentado a Fede y uno de ellos murió en el intento de huir hacia una vida mejor. Los otros tres habían acabado en el hospital pero se habían recuperado y ya estaban demasiado lejos para encontrarles.

Tiré el cigarrillo al suelo y lo pisé con las deportivas antes de soltar un suspiro. Mis acciones se basarían en lo que pasaría a continuación, y yo era plenamente consciente de ello.

Me alejé de aquella pared y me decidí a entrar en el cruce llamado la calle de la luz sin ningún motivo sensato aparente y, como siempre, encontré a unos cuantos subordinados de Fede fumando y riendo, pero carentes de felicidad. O al menos de la felicidad que yo buscaba.

-Hola Garfio.-Me acerqué al más grande de ellos, una especie de hombre armario con enormes bíceps, tríceps y todos esos músculos que aprendí en la infancia y cuyos nombres habían desaparecido ya de mi mente.

-Hola Rock, hacía mucho que no te pasabas.-Dijo con su voz grave.

-Lo sé, han habido algunas movidas y eso.-Sacudí la cabeza, quitándole importancia.

-No te preocupes, todo pasa.-Él hizo un amago de sonrisa que resultaba más bien agria.-¿Cómo es que has venido ahora? ¿Necesitas algo?

-Tenemos nuevo material.-Dijo el otro, enseñando sus dientes amarillos.-Podemos prestarte.

-Fede tiene nuevas armas.-Aclaró Garfio mirándome a los ojos.-Y nuevas cosas que vender... ya me entiendes.

-Sí, por eso quería hablar con Fede, tenemos un par de cosas pendientes.-Dije sin cambiar mi expresión facial, o al menos en un intento por no hacerlo.-¿Sabéis dónde puedo encontrarle?

-Vendrá aquí esta noche, es todo lo que sabemos.

-Gracias por la información Garfio.

-De nada hermano, a ver si te pasas más a menudo.

-Lo intentaré.

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