III
-Buenos días dormilón.-Un cojín aterrizó sobre mi costado, haciéndome gruñir inconscientemente.-Ya es hora de levantarse.
-Déjame dormir.-Pedí con voz somnolienta.
-No, ya has tenido bastante.-Unas manos pequeñas y congeladas comenzaron a hacerme cosquillas.
-¡Para!-Reí mientras cogía aquellos delicados brazos y hacía que su dueña cayese en la cama junto a mí.
-¡Estate quieto!-Pidió con lágrimas redondeando sus enormes ojos mientras la risa estallaba en mis oídos por culpa de aplicarle el método con el que ella misma había conseguido despertarme.
-¡Rock!-Gritó riendo, haciendo que me detuviese.
-No me vuelvas a llamar así ¿me oyes?-Dije lentamente mientras veía la duda teñirse en sus ojos marrones.
-¿Por qué? Todos lo hacen.-Preguntó.
-Para ti soy Roque, ¿entiendes Lena?-Besé su mejilla con cariño.-No quiero volver a oír a mi hermanita llamándome de otro modo.
-Está bien.-Dijo ella mientras yo me levantaba de la cama.-Por cierto, la pelirroja de pelo estropajo te está esperando en el salón.
-No la llames así.
-Qué pesadito te has levantado hoy con lo de los nombres, ¿no?-Sonrió sin moverse de mi cama.
-Lo sé.-Le devolví la sonrisa antes de salir de la habitación para ir en busca de mi novia.
-Al fin.-Dijo ésta malhumorada.
-Buenos días sirenita.-Me incliné hacia ella para besarla.
-No me llames así.-Ella frunció el ceño.-No soy una cría.
-Sí que lo eres, pero eres mi cría.-Sonreí mientras volvía ponerme de pie.-¿Has desayunado ya?
-Todavía no.
-Pues levántate Ari, Joaquín tendrá algo en el bar.-Me quité la camiseta de pijama y cogí la que mi madre había dejado junto a la tabla de planchar.
-Podemos quedarnos aquí.-Ella se mordió el labio inferior mientras me miraba.
-No, nos vamos al bar, mueve ese culo que dios te ha dado y ven aquí boba.-Bromeé.
Ella no se tomó la gracia como debería, pero aún así me hizo caso y se acercó a mí.
-Yo prefiero quedarme aquí.-Susurró mientras me abrazaba por la espalda.
Quité sus manos de mí y cogí la bandana negra que me pertecía, idéntica a la que ella lucía entre sus cabellos, y la anudé en mi muñeca recordando los consejos de Oliver.
-No quieres estar conmigo porque tienes a otra, ¿verdad?-Dijo ella entonces cruzando los brazos bajo el pecho y frunciendo el ceño.
-No seas tonta Ari.-Me di la vuelta para mirarla, pero en sus ojos oscuros no se veía siquiera la duda reflejada.
-Eres un mentiroso Rock, ¡Fede tenía razón!-Gritó ella.-No me arrepiento de nada.
-¿De qué estás hablando Ari?
-¡Déjame en paz!-Chilló mientras intentaba deshacerse de mí, ya que la había cogido por los brazos.
-¡Ariadna!
Ella soltó sus brazos y me miró muy fijamente antes de dar media vuelta y marcharse.
Sacudí la cabeza confuso, mientras mi hermana pequeña entraba en el salón con su camisón amarillento y se dejaba caer sobre el sofá.
-¿De verdad estás con otra?-Preguntó con una sonrisa.-Dime que sí por favor, porque esa pelirroja se lo tiene muy creído.
-No hay ninguna otra, Lena.-Admití mientras me acercaba a ella.
-Entonces ¿dónde has estado?
Bufé antes de responder.
-En otro mundo.-Eché la cabeza hacia atrás y la moví hacia la izquierda para poder mirarla mejor. Era preciosa, con sus cortos cabellos castaños y sus enormes ojos brillantes, con esa sonrisa sincera, con esa claridad e inocencia. Toda ella era preciosa, y por eso mismo debía protegerla.
-¿En serio? ¿Y no me has traído un souvenir?-Bromeó enseñando sus dientes pálidos.
-Tendrás más que eso.-Prometí antes de levantarme y besarla en la frente.-Voy a desayunar al bar de Joaquín, si ves a mamá dile que no se preocupe, que volveré esta noche.
-Deberías tener toque de queda.-Dijo ella fingiendo seriedad mientras yo me acercaba ya a la puerta.-Esos horarios tuyos nos llevan de cabeza.
-Tú sí que me llevas a mí de cabeza, princesa.-Sonreí antes de salir de casa. Al fin libre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario