sábado, 26 de abril de 2014

Cueste lo que cueste.

II

El chasquido de las llaves contra el pomo de la puerta siempre iba precedido por una angustiosa sensación que se posaba en la boca del estómago y tardaba siglos en irse, y por mucho que quisiese cambiar eso, hoy no iba a ser la excepción.

Cerré la puerta tras de mí y caminé haciendo el mínimo ruido posible, pero no fue suficiente. Mi madre siempre estaba ojo avizor.

-¿Roque?-Me llamó mientras aparecía por el salón.-Hace días que no pasas por casa, ¡yo no te he criado para que me des estos disgustos!

La ignoré y comencé a caminar a través de la estancia.

-¡Roque!-Ella continuó chillando.-No eres mayor de edad todavía, no puedes marcharte sin más.

-¡Mamá!-Exclamé furioso.-Lo seré en apenas un mes, ¡déjame en paz!

-¡No hables así a tu madre!

Giré la cabeza para mirarla por primera vez desde que había entrado en casa, esperando ver sus cabellos negros recogidos y su piel morena cubierta por algún vestido de cuando era más joven, pero no fue exactamente esa la imagen que me encontré.

-Tienes una moradura en la mejilla.

Ella, asustada, se puso la mano encima.

-Fue un accidente.

-¡Tienes una moradura en la mejilla! ¿pretendes que te crea? ¿cuántas más tienes mamá? ¡¿Cuántas?!-Chillé, harto de los disgustos y desgracias que siempre encontraba en lo que tendría que ser mi hogar.

-¡Fue un accidente! No puedes negarlo cuando tú no estabas aquí para verlo.-Lágrimas transparentes comenzaron a rodar por sus mofletes morenos.

Respiré hondo en un vago intento por tranquilizarme antes de acercarme a ella, que se acababa de sentar en el viejo sofá.

-Mamá, sabes que sólo quiero lo mejor para esta familia, confía en mí, todo lo que hago es para salir de este agujero.-Admití mientras la rodeaba con mis brazos y ella se dejaba envolver en ellos.-Tengo un plan mamá, vamos a salir de aquí, vamos a conseguirlo.

Ella dejó de llorar y me miró a los ojos.

-Confío en ti Roque, lo he hecho siempre, pero por favor no hagas que esa confianza se vaya al traste.

-No lo haré.-Le acaricié el cabello.-Jamás.

 

-¿Qué plan hay para hoy?-Pregunté antes de besar a mi sirena de cabellos rojos.

-Hoy tengo cosas que hacer, pero mañana seré toda tuya.-Sonrió contra mis dientes, traviesa.

-¿A dónde te escapas?- Me deshice de sus labios y pasé una mano por sus hombros.

-Es un secreto.-Me guiñó un ojo antes de estirarme del brazo para mirar mi reloj.-Y la verdad es que ya llego tarde.

La miré marcharse, tras un rápido intercambio de besos pegajosos, arrastrando sus descoloridos tacones por las calles huecas haciendo un intento por correr aún sabiendo que yo la estaba mirando. Todo un caso.

Sonreí mientras seguía andando hasta que la voz raspada de mi mejor amigo me dio la bienvenida.

-Hombre, pero si es Rock, pensábamos que ya habías desaparecido.-Rió mientras chocábamos las manos a modo de saludo.

-Sólo ha sido una semana.-Me rasqué el cabello al tiempo que ladeaba la cabeza.

-Pues los tenías a todos furiosos, Ariadna piensa que la engañas.-Rompimos a reír simultáneamente.

-Para aguantar a otra estoy yo.-Sacudí la cabeza, risueño.-Por eso a lo mejor se ha negado a venir.

-No creo que sea por eso...-Oliver negó con la cabeza mientras suspiraba.-Pero luego hablamos de Ari, primero quiero saber dónde te habías metido, Fede pensaba mandar a alguien a buscarte.

-Es complicado...-Suspiré.-Quiero marcharme de aquí.

Oliver comenzó a reír sin parar.

-Todos queremos.-Dijo.-Ahora dime dónde has estado o sino tendré que empezar a creer la teoría de la amante.

-Oliver, va en serio, voy a marcharme de aquí.-Dije con una tranquilidad fingida.

-¿Estás loco? ¡Te matarán! Aquí es a donde perteneces, y sino lo crees todavía Fede se encargará de que lo hagas, y lo sabes.-Se estiró la banda negra que llevaba anudada a la muñeca, deshaciendo el lazo y poniéndola frente a mis ojos.

-Tengo un plan.-Dije mientras apartaba la tela para poder mirarle mientras hablaba.

Oliver se detuvo completamente y se dedicó a mirarme fijamente.

-Eres un pandillero Rock, con plan o sin él vas a acabar muerto si te largas de aquí, mandarán que te busquen, ¡no tienen escrúpulos!-Volvió a coger la banda negra y a colocarla en su lugar inicial.-¿Y dónde has metido tu bandana? No vas por el buen camino Rock... no si quieres vivir.

-Lo sé, pero voy a sacar a mi familia de aquí, estoy harta de encontrar a mi madre llena de moraduras.

-¿Otra vez?-Parpadeó perplejo.-Pensaba que eso había acabado.

-Yo también lo pensaba, pero no ha sido así.-Sacudí la cabeza por enésima vez en lo que llevaba de día.-Voy a conseguirlo, cueste lo que cueste.

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